miércoles, 2 de junio de 2010

Caos, orden, mezcla. Los inseparables opuestos.

Algo de lo más dificil de lograr y que todos necesitamos hacer, es encontrar el equilibrio entre nuestra propia oscuridad y nuestra propia luz, entre nuestra propio orden y nuestro propio caos, entre nuestra propia razón y nuestra propia locura. No es irse del lado de alguna de ellas, es ir al centro de las dos porque las dos son lados opuestos de lo mismo, sus extremos que crean la ilusión de la dualidad. Toda la propaganda mediatica nos habla de ir a un lado (o al otro), y cuando hablan de crear equilibrio interior hacen énfasis en la imágen externa como fin último, "si te sientes bien, te ves bien", cuando ésta es sólo una consecuencia que no debería ser tomada muy en cuenta. Ese equilibrio, sin embargo, es diferente para cada ser, el grado de razón y de locura que necesito yo es totalmente diferente del que requieres tú. Caóticamente distante.

La creación de todo lo que nos rodea, incluyendo nuestro cuerpo, es resultado de la danza de dos fuerzas fundamentales, orden y caos, razón y locura, luz y oscuridad. Su síntesis es la realidad, lo que percibimos es sólo una pequeña parte de todo lo que es. El orden son las reglas simples, que existen en lo que podríamos llamar "base" de la realidad, que fueron dejadas por Ometéotl y Omecíhuatl al inicio, que al combinarse de forma caótica, sexualizando con caos, paren una creación en todo su esplendor, algo nuevo e irrepetible, único en todas sus dimensiones, y al final el caos logra renovar las reglas iniciales, y así se muerde la cola la serpiente, y pasa al siguiente nivel de la espiral, algo totalmente nuevo, impredecible, inimaginable. Tal vez los artistas y los poetas puedan sentir algo así. Una mezcla específica de la dualidad, para manifestar al tercero, su creación.