Me dejo ir en el torbellino de éter a donde el sueño me lleva,
se dibuja difusa una figura sobre un trono en una isla desierta,
a sus pies un rio de emociones fugaces recorre un camino,
tranquila, serena, observa el fruto de su poder creativo.
La Reina mira amorosamente y llena de orgullo,
la gran copa que ella misma ha construido.
Le apasiona observar cómo su creatividad
se transforma en algo tan bello
y cómo puede plasmar parte de sí misma,
en un objeto que los demás admirarán o despreciarán,
pero lo que más le importa y le hace feliz,
es haber sido capaz de crearlo.
Esta dama sensible y afectuosa habla de la capacidad de salir de uno mismo y crear belleza alrededor, de compartir la parte de uno mismo que crea, de expresar para que todos aprendamos de todos.
etz’nab’ik
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